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Teletrabajo para un Abogado y Profesor Universitario

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“Mi experiencia es la de alguien que compatibiliza el trabajo como abogado con la docencia universitaria. Ambas dimensiones han sufrido cambios en los últimos meses. Probablemente, los más intensos han sido los de la docencia, y muchos especialistas en educación ya han hablado al respecto.”

Experiencia Personal

La experiencia del teletrabajo ha sido curiosa. Lo usual es que los cambios de estilos de vida o de trabajo supongan una cierta reflexión previa, donde se consideren las ventajas y desventajas y se planifique la nueva manera de hacer las cosas. Sin embargo, con la pandemia ha sido distinto. De pronto, mediando sólo un fin de semana, nuestros estilos de trabajo se transformaron radicalmente. Casi no tuvimos tiempo de darnos cuenta de que estábamos imbuidos en una nueva manera de vivir y de trabajar, donde la pantalla del computador y los medios de comunicación a distancia se transformaron en algo mucho más cotidiano de lo que hasta entonces estábamos acostumbrados. Creo que mi experiencia ha sido equivalente a la de muchos, que hemos tenido que hacernos camino al andar, como diría Machado.

En términos generales, mi experiencia personal es la de alguien que compatibiliza el trabajo como abogado con la docencia universitaria. Ambas dimensiones han sufrido cambios en los últimos meses. Probablemente, los más intensos han sido los de la docencia, y muchos especialistas en educación ya han hablado al respecto. Con todo, el oficio universitario supone también otros quehaceres, como la investigación. Ella se ha visto favorecida por el encierro, porque éste ha permitido ir concluyendo algunas cosas que estaban pendientes desde hacía bastante tiempo.

Teletrabajo para un Abogado

El ejercicio como abogado permite bastante flexibilidad en lo que se refiere a la manera en que se ejecuta el trabajo de escritorio. Eso no ha supuesto un cambio mayor. Lo que sí se ha visto afectado es aquella dimensión presencial y social de la profesión, sobre todo por la imposibilidad de tener reuniones en persona y la dificultad para hacer trámites. Ciertos temas requieren ser tratados con las partes presentes, intentando encontrar una solución para el asunto. El contacto personal resulta a veces insustituible. De igual forma, para los trámites ahora se requiere mucho más tiempo. Por ejemplo, la emisión de los vales vista para un juicio de partición puede consumir una mañana en el banco. La presencia intensiva de tecnología ha facilitado algunas gestiones judiciales, aunque otras no han tenido mayor avance hasta que pasé la pandemia y cesen las medidas sanitarias decretadas.

Docencia Universitaria

La docencia se ha transformado radicalmente, pues ha pasado desde el contacto personal entre el profesor y los estudiantes en la misma sala a la interacción a través de una videoconferencia donde sólo los segundos vean al primero. La situación ha sido mucho más demandante tanto para quien imparte la clase como para quien la recibe. Esto se nota especialmente en los cursos de primer año, donde los alumnos no han tenido ni una clase presencial que les permita darse cuenta de qué significa la universidad y cómo ella comporta un cambio con la enseñanza secundaria. Se trata de una generación que vivió ya un proceso de rendición de la PSU con inconvenientes. Respecto de los demás cursos, creo que los estudiantes han aprendido a valorar la enseñanza personal, que permite un grado de formación mucho más intenso. Como herramienta de mitigación creo que resulta indispensable que las clases virtuales, que deben ser de menor duración que las clases presenciales, vayan acompañadas de algún material escrito que ayude a los alumnos.

Trabajo Universitario

Como decía, el trabajo universitario tiene también una faceta distinta. Se trata del oficio de escribir, que es por naturaleza solitario y exige de tiempos más largos para leer, pensar y revisar lo previamente escrito. En esto, el encierro preventivo y la cuarentena han resultado casi providenciales, porque me han permitido disponer de más tiempo para escribir y, por tanto, ponerme al día con algunas cosas pendientes. Se trata de un trabajo donde muchas veces es el texto el que maneja al autor, y no al revés, hasta que se debe optar por poner término. Como dice el refrán, lo mejor es enemigo de lo bueno. Los temas de la contingencia han sido también una ocasión para escribir, esta vez bajo el formato de columnas de opinión.

Cuarentena

Un factor relevante ha sido el hecho de que la casa se ha vuelto el centro de toda la actividad de la familia, pues no sólo los padres trabajan desde ella, sino que los niños aprenden ahí. En mi caso son dos niños en edad preescolar. A esa edad creo que el encierro se resiente con más fuerza, porque tampoco se dan cuenta cabal de qué está ocurriendo.

Ver el lado positivo

Probablemente, tarde o temprano, las aguas volverán a su cauce. De la experiencia vivida durante la pandemia nos quedarán algunas lecciones. Quizá la principal sea aquella que el zorro le explico al Principito: lo importante es invisible a los ojos. Había muchas cosas sencillas a las que no prestábamos atención y que eran muy importantes para mejorar nuestra calidad de vida. Haciendo un balance, y tratando de mirar las cosas por el lado bueno, estos tiempos han de dulce y agraz. Es cierto que el encierro es difícil y nuestros hábitos se han visto trastocados, pero también ha tenido cosas positivas, como estar más tiempo en casa o, en mi caso, poder concluir algunos textos que dormían en una carpeta olvidada del computador. Las preocupaciones del día después serán otras, centradas en intentar recuperar la economía.

Por Jaime Alcalde Silva 

Profesor asociado de Derecho Privado de la Pontificia Universidad Católica de Chile y consultor de Baraona y Cía. Abogados 

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