Agenda una reunión con nosotros

La pandemia aflige, pero la vida continúa

imagen de mujer sentada en una banca

“Ante esta nueva realidad, en la que todos hemos tenido que reinventarnos, es un desafío enorme lograr un equilibrio entre nuestra vida personal y laboral.”

Tiempos de Pandemia

Estos tiempos de pandemia -en los que vivimos la paradoja de estar más conectados que nunca, pero también más aislados; en los que cualquier intento de encontrarnos o salir libremente se ve frustrado; en los que miramos hacia un futuro que jamás había sido tan incierto; en los que vivimos un distanciamiento social y una cuarenta que lleva meses y aún no tiene fin; en los que sentimos tristezas y desesperación al recibir, cada día, noticias desesperanzadoras- son tiempos amargos que, hace poco más de 100 días, eran inimaginables. 

Crisis Sanitaria

Esta crisis sanitaria que golpea con dureza a la humanidad ha implicado cambios tan drásticos y repentinos en nuestras vidas que aún parecen inconcebibles sus profundos e inauditos alcances. Esta compleja situación nos obliga a desarrollar nuestra capacidad de adaptación y resiliencia de manera tan súbita que pareciera un desafío insuperable. No cabe ninguna duda de que este acontecimiento dejará una huella profunda en nuestras vidas.

La propagación del Covid-19 y la elevada tasa de contagios registrada no sólo nos genera miedo y preocupación por nuestra salud y la de nuestros seres queridos, sino que también nos recuerda la fragilidad de nuestra condición humana.

Este virus es tan omnipresente que es insostenible continuar nuestras vidas como si no existiera, volviendo nuestras costumbres y los más sencillos gestos un peligro. Nos presenta un enorme desafío, con limitaciones para vivir, convivir y trabajar “normalmente”.

Nuevas Tecnologías

Así, en la actual era digital, las nuevas tecnologías han tomado un protagonismo sin precedentes. Y si bien debemos sentirnos agradecidos por contar con estas posibilidades de conexión remota, también nos cuestionamos sus efectos en nuestra salud mental.

El teletrabajo, por ejemplo, es tremendamente demandante, sobre todo pensando en aquellos que deben atender a niños en casa mientras han de cumplir con su labor. El incremento significativo de las licencias por estrés laboral durante el confinamiento nos demuestra la creciente necesidad de desconexión, a pesar de que hoy, la conexión digital es el único modo de relacionarnos.

Fundación Algeduc

Ante esta nueva realidad, en la que todos hemos tenido que reinventarnos, es un desafío enorme lograr un equilibrio entre nuestra vida personal y laboral. Por eso, en Fundación Algeduc hemos desarrollado una serie de capacitaciones y asesorías virtuales, con el objetivo de acompañar a directivos y docentes de distintas instituciones de educación escolar y apoyarlos en el desarrollo de sus clases online, respetando tiempos y emociones escondidas tras las pantallas.

Queremos acompañarlos en la confección del material que entregarán a alumnos a través de capacitaciones que abordan temáticas de interés para los colegios, y, sobre todo, estar presentes para atender en forma oportuna a sus temores, miedos y desesperanzas. No ha estado ajeno a nuestro trabajo el yoga, el Mindfulness, el compartir estrategias y desarrollar habilidades para desarrollar la resiliencia. Estas instancias han sido muy enriquecedoras, tanto para nosotros, como para los profesores y directivos a los que hemos asesorado, ayudándolos a enfrentar la tremenda carencia de contacto humano, de compartir, de abrazar.

Virtudes Humanas

Son tiempos en los que es sumamente importante practicar unas de las más nobles virtudes humanas: la empatía, la tolerancia y la compasión. Es esforzarse en comprender que el universo humano es tan profuso como diverso, que cada persona está viviendo estos difíciles momentos en situaciones de vida que no se asemejan a las de uno. Porque si bien todos somos seres humanos, además de las distintas condiciones socioeconómicas de cada persona, también debemos respetar las características intrínsecas de índole espiritual y emocional que nos hacen a cada uno diferente, con fortalezas y debilidades que finalmente son nuestra esencia y que nos permiten sobrellevar, tanto los mejores como los peores escenarios de alguna u otra manera.

Esto significa pensar en la soledad que sienten algunos, en el encierro y en el cansancio de otros que ya no saben cómo conciliar su vida familiar, laboral y personal, en un momento en el que el autocuidado es absolutamente fundamental. Esto se suma a la falta de aire, actividad y panoramas que no se limiten a una salida semanal para comprar lo esencial, entendiendo que cada uno hace su mayor esfuerzo para vivir estas largas semanas de confinamiento, en las que, para algunos, los minutos parecen transformarse en horas.  

Debemos velar por el resguardo de la salud física y mental, para estar preparados en cuanto llegue el momento de salir adelante con todo el entusiasmo, la fortaleza y la voluntad que requerirá este nuevo comienzo. 

Pero, en fin, el propósito de esta reflexión es una invitación a volvernos cada vez más humanos, comprensivos y solidarios. Una invitación a recordar que la esperanza es uno de los motores más importantes en esta compleja etapa. Una invitación a reencontrarnos con la Fe. Tener fe en que, de la más profunda oscuridad, surgen las luces más radiantes y en que, de las peores crisis, nacen grandes oportunidades. Esta no es la primera y tampoco será la última tragedia que estalla en la historia de la humanidad, historia que representa fielmente esta convicción que ha de encender el corazón y alma, que ha de renovar nuestro espíritu de superación.

Es importante recordar también que, sin penas, no existirían alegrías, sin tinieblas, no existiría resplandor, sin fracasos, no existirían triunfos y sin problemas, no descubriremos soluciones. Sin duda, alcanzar la plenitud y el éxito luego de haber pasado por momentos difíciles, trae una felicidad infinitamente más valiosa y beneficiosa. Esta felicidad, la conseguiremos cuando todo termine, es el fruto de nuestros intensos esfuerzos y de nuestra resiliencia que no tiene precio.

Por María Domeyko Matte 

Directora ejecutiva Fundación Educacional ALGEDUC

Fundación educacional Algeduc Chile

También te puede interesar...